martes, 13 de mayo de 2014

XIII

-¿Crees en la magia?, por más escéptico que seas, tienes que admitir que en lo que vemos y comprobamos no se puede encontrar toda la verdad.
-Creo que si existe la magia, pero eso de la verdad no lo sé, dime Melisa, ¿Acaso crees que existe la verdad?
-Creo que sí, debe haber algo de ella en cada persona y todos participamos de ella, creo que de ella nacimos, de esa verdad absoluta que ninguna mente u consciencia es capaz de sostener.
-Pero si nadie la puede sostener en su consciencia ¿Cómo es que estas tan segura de su existencia?
-Mira, hasta éste momento no tengo ninguna señal de que allá existido yo antes de mi primer recuerdo en la central de camiones. Pero no por eso puedo negar que antes no existiera, lo que me asegura que hay algo fuera de mi entendimiento es el hecho de que estoy aquí, pues es lo mismo con la verdad. Tal vez no la conozca nadie en concreto, pero estamos aquí, debemos pertenecer a alguna clase de misión o debe existir algo que nos dé un sentido. La única prueba que tengo de mi creencia es el hecho de que estamos en éste momento, aquí, ocupando un espacio en el universo.
-Oye, ¿A qué viene tu pregunta de la magia? ¿Tiene algo que ver con aquel viejo brujo de la barranca?
-¡Valla que tu intuición es mucho más femenina que la mía! Así es… Aquello que me puso en riesgo, o más bien dicho, lo que me hizo darme cuenta del riesgo en el que he estado viviendo fueron sus palabras, bueno si es que acaso hablo con entera verdad.
-¿Qué te dijo?
-Al principio no lo creía, pero la necesidad me hizo tener fe. Así como el hambre hace trabajar al flojo, así mi sed de respuestas me hizo creerle palabra por palabra. Si no le creía, ¿Qué más iba a poder hacer? Después de burlarse un poco de mi sufrimiento e inquietud me dijo que mi pasado ya estaba fuera de mi, fue extraído y después distribuido. Algo en mi vida primera me hizo perderlo y alteró la historia personal de tres personas que ni siquiera conocía. Le pregunte como pudo haber sido posible y me dijo que había brujería involucrada, algo transfiguro la realidad y quebranto las leyes naturales. Veras, las cosas que existen ya nunca dejan de existir. Mis vivencias y experiencias existieron, por lo tanto aun existen, pero algo o alguien las alejo de mí. Con la intención clara de que nunca las recuperara. Tal vez alguien que me odiaba me hizo ésta mala jugada. Existen muchísimas maneras para dañar a alguien con hechicería, pero ésta, ésta es diferente. ¿Por qué no me mataron? ¿Por qué simplemente quisieron que perdiera mis recuerdos y por consiguiente mi identidad? Todo lo que soy, lo que fui, quedo suspendido en la vida de tres personas dispersas por ahí. Entre la multitud indiferente de ésta gran ciudad.
-Ya veo, pero a todo esto… ¿Qué es lo que te pone en riesgo? Y ¿Cómo puedo evitar que te pase algo?
-Veras, tengo la inquietud de que la persona que me hizo esto, realmente me quiso hacer más daño pero algo le debió haber salido mal. Ahora sé que recuperar mi memoria no es sólo para confrontarme con quien soy en realidad. Debo recuperar esos recuerdos para saber bien qué fue lo que me paso. Y tratar de evitar que dicha persona me encuentre y consiga lo que no pudo hacer anteriormente. Aqueronte, el brujo me proporciono a través de un contrato espiritual un brebaje de sueño y una brújula de empatía. El brebaje se le tendrá que dar a la persona que tenga el fragmento de mi historia y la brújula servirá para llegar a esas tres personas. La única condición que me dio al darme estos instrumentos fue que al terminar mi misión, que al reencontrarme con mi vida primera. Regresara a verlo. 
-Melisa, pero no me has respondido, en todo esto ¿Qué puedo hacer?
-Marcos, después de que Aqueronte leyera con granos de maíz y cacao mi situación me dijo que la maldición que fragmentó mi espíritu tiene un sello que me impedirá reconocer y diferenciar los hechos que pertenecen a mi primera vida y los que le pertenecen a la historia de las otras personas. Este sello fue como alguna especie de garantía hecha por el hechizo para que yo no pudiera regresar a mis recuerdos. Solo podre advertir por medio de la brújula quien es la persona indicada, me dijo Aqueronte que la brújula agudizara mi sentimiento y ara que me sienta atraída hacia aquello que me pertenece. Pero aun así no podre distinguir con cordura las vivencias de sus historias. Pero en cambio, tú, Marcos que me amas, tú sentirás en la historia personal de cada persona lo que me pertenece, te ayudaras de la brújula y podrás valerte de tus dones de escritor para unir los fragmentos. Podre recuperar mi vida primera cuando se hayan reunido como piezas de un gran rompecabezas mis recuerdos. Tú serás el encargado de armar este acertijo, Marcos en ti reside mi futuro y mi pasado.
-¿Pe… pe… pero como hare para saber su historia?
-Para eso ésta el brebaje de sueño, veras, yo me encargare de buscar a éstas tres personas, les convenceré de que se reúnan contigo y les daré a beber del brebaje sin que se den cuenta. Una vez que tomen de él, caerán en un profundo sueño, pero éste sueño mantiene despierto el subconsciente de las personas e influye en ellas para que sólo hablen con la verdad. Por ende te será fácil entrevistarlas. Exprimirlas con la intención de sacar aquello que me fue robado y que les fue imputado a la fuerza. ¿Estás consciente Marcos de la importancia de lo que te estoy pidiendo?
-Wow Melisa, la verdad todo eso me resulta muy, muy fantasioso. ¿De verdad crees que todo eso sea verdad? ¿No te estás dejando llevar por falsas esperanzas, alimentadas de tu desesperación y la locura de un anciano pueblerino?
-Marcos, ya encontré a la primera persona con ayuda de la brújula. La cite para el domingo en tu departamento.
-¿Qué?
-Lo siento por hacer cosas a tus espaldas, Marcos créeme que me hubiera gustado decirte las cosas desde antes, pero entiende, estaba muy ocupada buscando el paradero de las personas que esconden tras su historia personal mi pasada existencia.
-Espera… Mañana es domingo, ¿Mañana me veré con esa persona?

-Así es. Lo veras en la tarde. Es un señor de 37 años y su nombre es Maximiliano.

XII

XII
La tarde estaña pintada con tonalidades suaves y relieves melancólicos. No se podía esperar otra cosa de un día entre tantos de la temporada de lluvia. Sin embargo éste día tenía algo especial, bueno en realidad dos cosas especiales. Dos corazones conflictuados que caminaban rumbo a la cima de una montaña a las afueras de la ciudad.
Al mismo tiempo que iban ascendiendo sus gargantas se secaban y sus piernas se cansaban. El camino era difícil. Pero su atención no se prestaba a la fatiga corporal, no, ellos tenían la voluntad puesta en sólo una cosa, pero ni uno de los dos se atrevía a abrir la boca. Tal vez la tarde entera deseaba que hablaran. La tierra, los insectos y las nubes abrían sus sistemas receptores, sí, esos tal vez complicados o tal vez sencillos porque la natura entera percibía la tristeza y el ansia de ambos amantes.
Conforme sus pasos se acercaban a la meta, sus manos se rozaron un poco y fue inevitable que Melisa se diera la medía vuelta para encontrarse con su novio. Justo antes de la última curva, ya casi para llegar, frente a un letrero que con letras borrosas advertía cualquier cosa. Se miraron y sonrieron. El viento del este acaricio sus costados y subió haciendo pequeños círculos, como si les abrazara un ser mítico del bosque. Suspiraron ante la danza ignorada por el mundo entero, la danza de un lugar olvidado. Éste sitio, a pesar de contar con una pequeña vereda casi nunca era transitado. Exceptuando algunos deportistas. Era su sitio personal, su cómplice de largas platicas, desveladas y no pocas travesuras.
Al verse frente a frente, Marcos le preguntó a Melisa si algo pasaba, ella le pidió que cerrara los ojos y acercándose a él juntó su frente a la de él. Permanecieron en esa posición un par de minutos o tal vez un par de horas, vamos que no se consideraban normales, ni uno ni la otra. Ambos hacían cosas fuera de lo común. Una de las tantas cosas que solían hacer era permanecer callados por largos periodos de tiempo. Ya sea mirándose o con los ojos cerrados tocándose la frente o cualquier otra parte del cuerpo. No era que se pudieran comunicar en silencio, más bien era que por porciones de tiempo, sentían que no necesitaban comunicarse. Se bastaban el uno al otro.
Después de sentir que la tarde se les escurría de entre los dedos. Siguieron su camino. Llegaron a la cima más cansados de lo normal, pues la desvelada de la noche anterior les debilito un tanto el cuerpo. La cima de la montaña estaba coronada con un templo abandonado, era pequeño y permanecía cerrado con una gorda cadena oxidada. Sobre él, una enorme cruz que custodiaba la ciudad. Subieron al techo de la pequeña capilla trepando a través de unos barandales abandonados. Estado arriba Marcos se sentó sobre sus pies y perdió la mirada sobre su ciudad, que desde ese lugar se veía pequeña y estable. Melisa en cambio se acercó lo más que pudo al borde de la cruz y poniendo sus pies sobre la orilla de la estructura pudo sentir el vértigo de una altura extraordinaria. Su piel se erizó y su sonrisa natural que últimamente brillaba por su ausencia regresó a su rostro. Tal como si estuviera recargando su energía, abrió sus brazos en cruz al vacio de la montaña. El viento agitaba todo en ella. Su cabello y su camisa holgada se agitaban rápida pero suavemente. Como en armonía con lo existente y lo ausente.
Marcos se levantó y acercándose a ella sintió como el viento aumentaba su fuerza. Era el atardecer. Alargó su mano derecha y tocó con la punta del dedo índice la espalda baja de su amada. Ella no se inmuto, parecía en alguna especie de trance. Después deslizo su dedo por un costado y lentamente llegó a su estomago, la abrazo por detrás y con su cuerpo entero la jaló un poco y se recargo sobre la cruz. Fue ahí, cuando ella decidió hablar.
-¿Ves al sol?, Es justo antes de su muerte que podemos verle sin ser lastimados. Sólo la muerte nos lo puede hacer cercano.

Poco a poco se fue metiendo la gran esfera de fuego sobre el horizonte. Y brillaron en el cielo cientos de luces y en la tierra otras miles les hacían compañía.

viernes, 9 de mayo de 2014

XI

El sol metió sus manos a través de las cortinas del cuarto de Marcos, ya era medio día cuando el enamorado acerco a la cama una bandeja con unas empanadas y un poco de leche. Melisa abrió los ojos y lo primero que vio fue la tierna sonrisa de su novio. Ella también sonrió avergonzada.
-Perdón, Marcos no recuerdo cómo es que llegue a tu cama.
-No te preocupes, la plática de ayer fue muy intensa y supongo que también resulto desgastante. No te sientas presionada si no quieres terminarla.
-¡Claro que quiero terminarla!
-Bueno, pero primero termina tu desayuno-comida.
-¿Qué hora es?
-Las dos de la tarde.
-Creí que era más tarde (disimuló una risa espontanea)
-¿Qué quieres hacer hoy en la tarde?
-Quiero ir a la cumbre de la gran montaña, esa que hemos recorrido un par de veces me parece buena idea recordar viejos tiempos.
-Sí esa idea me agrada, pero si queremos llegar antes de que oscurezca tenemos que irnos en este momento recuerda que la gracia de ir es hacerlo caminando desde aquí. Preparare un par de botellas de agua, luego iremos a tu casa para que te cambies y recojas cualquier cosa que te interese llevar.
En ese momento Melisa tomo la mano de su amante y le dijo:
-Gracias, no sabes cuánto te quiero, me dolería en el alma que algo malo te pasara. Tengo que terminar de platicar mi historia. Hay algo que tienes que hacer por mí. Sólo tú puedes hacerlo.
-Sabes que haría cualquier cosa por ti.
Mientras la joven comía tranquila Marcos fue al baño a lavarse la cara. Grande fue su sorpresa al percatarse del cambio tan drástico que sufrió su tez de un día para otro. Sus ojos se veían caídos y su frente seca. Sus mejillas pálidas al igual que su boca. Se miró fijamente por unos instantes y se dijo a sí mismo que no podía perder mucho tiempo, pues debía que prepararse y es que aunque trataba de verse fuerte ante Melisa, todas estas revelaciones en verdad le afectaban de sobremanera. Aspiró fuertemente y expiró lento. Tranquilo -se dijo, Que tú bien sabes que falta lo peor. Si, la razón por la cual Melisa esta peligrando.

X

Al entrar en la cabaña de aquel viejo brujo Melisa se resbalo con un par de gatos negros que no dejaban de dar vueltas alrededor de sus pies. Trató de visualizar el interior pero la penumbra estaba pegada a las paredes como el musco a las rocas. Gobernaba un olor como a vinagre con animal muerto. Al sentir la peste pegarle cual cachetada despiadada, la joven confundida se dio la vuelta y el rectángulo blanco, cegante por el cual entró se cerró sin previo aviso.
-Así que fue la Esmeralda quien te dio mi ubicación, dime mocosa porque tardaste tanto en venir para acá
-Pues, la verdad es que nunca he creído en la magia. La brujería, clarividencia y predicción son únicamente instrumentos de estafa. La gente se vale de ellos para aprovecharse de las mentes débiles, de la ignorancia colectiva. Le quitan lo poco que tienen de dinero, de sustento, con la única ilusión de tener con certeza algún conocimiento de un futuro mejor, de una posible prosperidad, se valen de la tristeza del pueblo para extraerles lo que queda en sus anímicas carteras.
-Jajajaja No seas ridícula, pequeña analista… No todo en la vida es dinero, mírame a mí, ¿acaso crees que me interesa tu dinero? Bueno, en algo tienes razón, si te voy a ayudar, es lógico que quiero algo a cambio. Todo trabajador tiene derecho a su salario, pero eso no quiere decir que te quiera estafar o aprovecharme de ti. Todo lo que espero adquirir lo tendré obsequiado por ti. Me lo darás libre y consciente, bueno si es que en realidad quieres recuperar tus tristes y apestosas memorias.
-Espere un momento, ¿Cómo es que supo lo que he venido a buscar?
La mirada de Melisa, que hasta ese momento había permanecido perdida en la oscuridad se acostumbró de un momento al otro. Comenzó a ver sombras dibujando siluetas y decenas de ojos felinos y pardos mirándole fijamente. Al fondo de la sala estaba el brujo con una sonrisa que no descansaba, no pausaba. Lo delataba su mirada perversa, Melisa supo en ese instante que nada en esta historia terminaría bien, no sabía en qué momento comenzó aquel proceso de extinción, pero lo que si sabía era que ya no se podía detener. Su voz se armo de valor y con una temblorosa garganta se atrevió a decir:
-Nunca le dije que Esmeralda fue quien me proporciono su información…
-Bravo, comienzas a darte cuenta de que no soy un psiquiatra limitado por absurdas ocupaciones ni una monja esperanzada en ayudarte. Veras, Melisa, bajo mi percepción encuentro lo que otros han perdido. Pero en tu caso, tu pasado no lo puedes recordar ni yo mismo lo podré encontrar porque no existe…

IX

Y así se desbarato mi primera esperanza, la que sonaba más lógica. Ahora todo dependía de un gitano desconocido. La dirección ni siquiera se encontraba en la ciudad. ¿Tenía que viajar? A todo estaría dispuesta como muchos a dejarlo todo por un sueño. Acaso una esperanza de sentido a mi vida.
El pueblo tenía por nombre Xochitlan. Investigue en la web y descubrí que no se encontraba lejos de mi ciudad. Era pequeño y costumbrista. Contaba con una gran barranca y una honorable herencia náhuatl. Por algunos minutos me cuestione sobre la posible relación entre una herencia náhuatl y una brujería gitana. Tal vez aquella gitana sería amiga de algún brujo nahual.
Sin embargo el saber que no fui apta para una resolución meramente psicología me mantuvo deprimida por varios meses, claro, tarde en proseguir con el siguiente proceso ya que sin duda tendría tintes mágicos o misteriosos.
-¡Ya son la cinco de la mañana! Marcos, que tonta he sido, no me he dado cuenta de la hora.
Marcos se froto los ojos disimulando su natural cansancio, a pesar de su poca capacidad para desvelarse no pudo hacer otra cosa que no fuera dar pie a que su querida olvidadiza continuara con su historia. Así pasaron esa noche, en un parque platicando sobre un camino que se recorrió en soledad. A la expectativa de un futuro y un pasado. De un presente que no se vivió en su momento y que hasta ese instante seguía sin vivirse.
Ambos enamorados se tomaban de las manos, Marcos le beso la mejilla a su compañera y pidió que caminaran un poco. Ella como a todo lo demás accedió. Al pararse ambos se observaron, fue Marcos quien rompió nuevamente el silencio.
-¡Melisa! A todo esto… ¿Qué es lo importante que te pone en riesgo? Ya me has contextualizado pero aun no comprendo del todo, que paso, ¿Qué fue lo que rompió con tu búsqueda individual e hizo que vinieses a mí?
-Disculpa… te conté todo menos eso, veras, fue apenas hace un mes que me arme de valor para ir con el brujo… Aqueronte. Te platique de cómo llegue al lugar de las flores, de cómo baje por la barranca, de cómo camine en contra de la corriente del riachuelo, de cómo me encontré con él. Ahora, te contare lo que pasó cuando entre a su cabaña.

VIII

Pasaron las semanas cotidianamente. ¿Recuerdas esos meces? Cursabas el sexto semestre, algo presionado por tu ingreso a la carrera. Los ejercicios psicológicos me causaban un tremendo cansancio y aunado al trabajo me dejaban tirada por horas. El doctor era diestro en algunas prácticas poco ortodoxas. Yo era su pequeño conejillo de indias.
Después de los primeros fracasos optamos por la hipnosis. Normalmente la gente despierta está parcialmente consciente y cuando duerme inconsciente, pero cuando se encuentra soñolienta es cuando experimenta el famoso subconsciente, aquel lugar intermedio de donde se suelen obtener datos característicos de nuestro ser interno. Aquella área tenebrosa en donde todos somos vulnerables, sí, en donde no podemos ocultar nada, allí no existen hipocresías o apariencias, todo es puro y crudo. A éste lugar entraba yo en cada sesión de hipnosis. Se supone que el cerebro es capaz de borrar algunas cosas de la memoria cuando le resultan dolorosas al grado de no poder procesarlas, algo así como un mecanismo de defensa. Bueno, se podían llegar a borrar del estado consciente pero no del inconsciente, y para llegar a ellas era primordial cruzar por el escabroso puente que representaba mi soñoliento estado.
Cada que me encontraba en el escabroso puente me envolvía una penumbra verdosa. Me pedía el doctor que tratara de dibujar mentalmente lo primero que se me viniera al pensamiento. No podía acceder a otra imagen que no fuera yo misma, reclinada y llorando en el puente, un puente hecho de piedra e invadido de lama y maleza.
Puse todo de mi parte y según el doctor también hizo lo mismo. Pero al parecer los esfuerzos no fueron suficientes. Al cabo de un par de meses se despidió de mí con las siguientes palabras:
-Lamento informarle que por más intentos que sigamos haciendo, el resultado siempre será el mismo. Su mente está bloqueada por completo. Creo innecesario seguir perdiendo el tiempo en su caso. Su trastorno de pérdida de memoria es indescifrable. No parece evitar o negar recuerdos, más bien es como si nunca hubieran existido. Esto no puede ser obra de algún mecanismo de defensa, tiene que ser algo externo. Posiblemente algo físico, ya sea un golpe muy fuerte en la cabeza o algún caso extremo de lavado de cerebro. Lamento decirle que hasta aquí llega mi posible ayuda, por más que lo siga intentando, no puedo
hacer otra cosa. Disculpe mi falta de capacidad, le daré el número de una psicóloga amiga mía, ella le podrá ayudar a vivir sin un pasado, vera que no es tan malo acostumbrarse al desconocimiento de los inicios de nuestra vida.

VII

Pasaron las horas como pasan los segundos del reloj. Los meseros comenzaron a subir las sillas en señal de reclamo. Marcos y Melisa no podían separar sus manos. Ésta noche los había unido más que cualquier otra. Que importa el contacto corpóreo si no se une el alma, aquella sustancia que se conforma de nuestros pesares y alegrías. Sus manos se tocaban y vibraban. Sus corazones se encontraban en una comunión entera.
Marcos levantó la mano e hizo señal de querer la cuenta. Se acerco Ramiro (el mesero favorito de Melisa) y preguntó acerca de la velada.
¿Qué les pareció la noche?
-Mágica…
¿Y las atenciones?
-Pues nos atendiste tú, qué más podemos pedir.
Salieron del establecimiento y caminaron hacia el centro de la ciudad. Su caminata estaba alumbrada por la luz tenue de la luna llena. Amor, ¿Cómo te sientes?
-Algo extraña, sé que no me juzgas pero es obvio que las cosas no serán las mismas entre nosotros dos.
-¿Porqué tendrían que cambiar?
-Porque ahora conoces parte de mí, ya no soy tan independiente…
-Hay amor, no te entiendo… bueno, y ¿Es el desconocimiento de tu pasado lo que me tenías qué decir? No encuentro lo que se supone que es de vida o muerte.
-No, espera todavía no he terminado, no ves que nos interrumpió Ramiro, no te he contado lo que me platico Aqueronte y lo que me ayudo a descubrir Daniela. ¡Ni siquiera te mencione a Daniela!
-Pues no se qué esperas je, aun siendo una historia larga, tenemos toda la noche.
-A ver, por donde comienzo... no recuerdo en donde me quede…
-¿Sera que no te quieres acordar?
-Tal vez, pero si me ayudas a recordar, tengo toda la disposición y confianza.
-Mmm cuéntame que paso con el psiquiatra que te localizó la monja.
-Ok, pasaron algunos meses antes de que tomara en cuenta cualquiera de los papeles que tenía, por un lado estaba el que me dio la gitana y por el otro el que me otorgó la religiosa en el templo. Obviamente confiaba más en un psiquiatra que en un gitano. Por consiguiente fui a la dirección que me otorgo la religiosa.
Ese día me sentía un poco sola. Tú tenías que terminar unos ensayos porque se aproximaban tus primeras evaluaciones. Así que aproveche para caminar hacia la dirección del pequeño papelito. A pesar de nunca haber caminado por ese lado de la ciudad, las calles me parecían extrañamente familiares, incluso llegue a pensar que en mi vida primera frecuentaba aquellos rumbos.
El edificio era de cuatro pisos y con cristales por paredes. Incluso tuve un deja-vu, como si lo hubiera visto en algún sueño de hace años. Me acerque con la recepcionista en el recibidor y pregunte por el Dr. Cárdenas. Me dijo que sólo me podía atender con cita, aclare que no me importaba cuando, que me diera una cita pero que necesitaba hablar con él. Abrió un gran libro estilo agenda y revisó.
-Veamos, veamos, me parece que hay un espacio disponible… ¡Mira que eres afortunada! La persona que tenía su cita en dos horas canceló ésta mañana.
-¡Entonces le podre ver!
-Sí, pero antes tienes que llenar éste pequeño formulario y después pagar a este número de cuenta. Regresa con el comprobante de pago, anda que tienes tiempo, faltan dos horas.
Ya nadie ayuda por ayudar, y los doctores buscan atender sólo por el maldito dinero, ya ves todo lo que me tardo en ganarlo, las jornadas de trabajo en comparación con el sueldo son ridículas. Tuve que pagarle al mentado doctor más de lo que gano en una semana entera, pero todo sea por obtener respuestas.
Al entrar al consultorio, el doctor me preguntó de dónde venía, le respondí que no conocía mi origen, que era el motivo por el cual estaba ahí. Que sabía de alguien a quien le reimplanto recuerdos y que yo buscaba los míos. El con su mirada tranquila, sería y aburrida deslizó palabras sin tonalidades o acentos marcados.
-Para esta aquí, primero debiste haber ido con algún psicoanalista, un psicólogo que te hiciera pruebas y diagnosticara, que llevara un proceso terapéutico y a través de un largo pero seguro camino solucionara o al menos vislumbrara a profundidad tu problema. Después y sólo después, el psicoanalista que te analizara sabría la gravedad de la herida y hasta qué punto es necesario un control a través de una medicación. Una vez cumplidos éstos parámetros, ya con pleno conocimiento de la problemática y de las posibles soluciones, es entonces cuando vienes con migo, yo me encargo de ver que tan acertado estuvo el diagnostico médico de quien me presidio en la maravillosa metodología del psique.
-¿Pero de verdad es tan necesario darle tantas vueltas al problema? Lo único que tiene que hacer es escucharme, si cree que no me puede ayudar entonces simplemente reconozca su ineficiencia, sin repartir escusas ni culpar a la metodología.
-Disculpe jovencita, creo que no me está entendiendo o posiblemente sea yo quien no se esté dando a entender…
-¡Claro que lo entiendo! Para usted es fácil seguir una serie de pasos como si se tratara de una receta de cocina en donde si se ignora al procedimiento, el resultado será fallido y el tiempo inevitablemente perdido. Pues déjeme decirle que estamos en la vida real, no soy un pastel o un cup cake, ¡Soy una persona! Diferente a cualquier otra, por consiguiente no entro en su conceptualización, no entro en sus pasitos a seguir. Ya pague mi cita, gracioso que antes de pagar, nadie me explicó los preparativos que resultan obligatorios a la hora de su envidiable cita. ¿Me escuchara?
- No creo ser de mucha ayuda pero veamos qué puedo hacer.
-Vera ha pasado poco más de año y medio que resguardo información y recuerdos en mi cabeza, no logro acordarme de nada antes de ese tiempo. No sé sí se deba a algún problema físico, genético o simplemente psicológico. Quiero saber mi pasado porque estoy segura que mientras lo ignore, estaré ignorando algo dentro de mí, algo que me conforma, por ende, si no llego a ese conocimiento, me será imposible saber quién soy y hacía donde me dirijo.
-Mira, por lo que veo, no has llegado aquí por la vía correcta, pero al fin y al cabo ya estás aquí. Tu inquietud y problema me resulta por demás interesante. Sólo porque me especializo en negaciones involuntarias o auto efectuadas haré una excepción a la norma. Además, no puedo negar que me interesa mucho tu caso.Te atenderé. Ven los lunes a ésta misma hora, veremos qué podemos hacer, en algunas
semanas nos daremos cuenta si eres capaz de reaccionar a cualquiera de mis diferentes curas. Si no respondes al tratamiento eficientemente, entonces lo suspenderemos.
Eso sí, desde ahora te digo que no todas las personas reaccionan al procedimiento. no todas son capaces de recuperar sus memorias, todo depende de la causa del problema, tal vez no podamos recuperar tu antigua consciencia pero al menos trataremos, con suerte sabremos el motivo del dicho olvido.